29 mayo 2007

Quién necesita a Edgar Ramírez cuando tenemos a Electra y a Elise?


Las sobrinas de la productora venezolana Elizabeth Avellán y su ex esposo, el director mexicano Robert Rodríguez, son las perturbadoras babysitters de Grindhouse, la más reciente aventura fílmica que comparten su tío y Quentin Tarantino.

Lo siguiente es un extracto de la entrevista que la revista "Todo en Domingo" le hizo a este par de mamis venezolanas que están metidísimas de lleno en Hollywood.

Electra y Elise, que nacieron con un minuto de diferencia en la Clínica Ávila de Caracas, son casi desconocidas en los predios de la farándula local, pero han generado conmoción en ciertos círculos cinematográficos de Los Ángeles, luego de actuar en Grindhouse.

Durante su infancia y adolescencia vivieron en Los Palos Grandes, estudiaron en varios colegios de la capital y fueron expulsadas en siete ocasiones. Eran "súper rebeldes", no les gustaban las materias regulares y señalan que adoraban a sus maestros, pero ellos jamás las entendieron.


En su primer trabajo en Estados Unidos se desempeñaron como niñeras. Cada vez que visitaban a su tío Robert Rodríguez le contaban historias sobre esas experiencias.

Él se reía y tomaba apuntes en su computadora. Cinco años después de llegar a Estados Unidos, el tío Robert recordó sus cuentos y les hizo un casting para el papel de una niñera en Planet Terror, el segmento que dirige en el filme. Ellas se presentaron juntas en su oficina. El director, complacido por su actuación, gracia y acento venezolano, decidió reescribir el guión para que las dos pudieran actuar.

"Ya las habíamos dicho todas". Electra recuerda el día que le dijo a Tarantino que, al igual que los otros actores, ella quería tener sangre en su cuerpo. "Quentin le pidió a mi tío que me tirara un pote encima. ¡Fue tan divertido!" Rodríguez debió cambiar el guión y matar a alguien para que su sangre estuviera justificada. La extrovertida gemela debió llevar sangre en el pecho durante los tres meses del rodaje.


Siempre están jugando, escuchando música, bailando o planeando algo gracioso. "Cuando conocimos a Quentin, mi tío nos pidió que bailáramos salsa y merengue frente a él porque quería que aprendiera. Encantado, luego nos hizo bailar en su película. ¡Él es un bochinche! No podemos tomar nada líquido, porque siempre nos hace reír".

Muchas veces se fueron de rumba con ellos, pero de esas experiencias no quieren hablar.


En la actualidad, tienen 20 años y viven "solitas con muchos amigos" en Hollywood. Los Ángeles les ha parecido "súper grande". Después de pasar una larga temporada en Estados Unidos, dicen que les encanta la "curiosidad" de los norteamericanos por saber de otras culturas del planeta. La Navidad con Santa Claus les parece aburrida y las rumbas "ni la mitad de buenas" que en Venezuela.

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